Beato José Ruiz Montero

Beato José Ruiz Montero

Seminarista (Puente Genil, Córdoba, 25 marzo 1914 – Puente Genil, Córdoba, 23 julio 1936, 22 años)

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos de la Diócesis de Córdoba

Sus padres, Pascual Ruiz Fernández, agricultor, y Carmen Montero Martínez, costurera y ama de casa, formaban una familia cristiana y practicante, vinculada a su Parroquia de Santiago el Mayor, del Barrio de Miragenil. Fue bautizado en ésta el 27 de marzo de 1914. Quedó huérfano de padre con tres meses de edad.

Con 7 años fue inscrito como monaguillo de su Parroquia. Desde pequeño mostró vocación al estado eclesiástico, siendo alentado por su párroco.

Fue confirmado en la visita pastoral a su Parroquia del Cardenal Arzobispo de Sevilla Eustaquio Ilundain y Esteban, el 7 de mayo de 1924.

Su párroco le animó a ingresar en el Seminario General y Pontificio de Sevilla (en aquel entonces su pueblo pertenecía a esta Archidiócesis). El 6 de septiembre de 1925 don José escribía que se sentía “con vocación al estado eclesiástico y desando seguirlo para mejor servir a Dios”.

Su expediente académico fue brillante; menos en Hebreo, sus notas fueron las máximas. Consiguió el título Bachiller en Filosofía Escolástica el 12 de octubre de 1930, “nemine discrepante”. Un suceso triste acaece el 6 de marzo de 1933: muere su madre, y serán sus hermanas quienes cuiden de él, especialmente en las vacaciones de verano. El 6 de marzo de 1936 fue admitido por el Cardenal Ilundain a la Prima Clerical Tonsura y, un día después, al Ostiariado y Lectorado. El 6 de junio recibió las dos últimas Órdenes Menores: Exorcistado y Acolitado.

Dos escritos suyos se conservan, una disertación sobre la acción misionera de la Iglesia y un resumen sobre una conferencia de don Ángel Herrera Oria sobre la Acción Católica, y permiten intuir el horizonte sacerdotal, nunca alcanzado, de este joven clérigo. Y una carta a sus hermanas revela su hondo nivel espiritual.

Los hechos que rodearon a su asesinato están documentados: partida de defunción del Registro Civil (Libro 54, pág. 280); páginas 51-54 del ya citado libro del P. A. Aracil, OFM; Informe de la Diócesis de Córdoba a la Nunciatura (24 de agosto de 1939); Informe del Provisorato de Córdoba a la Causa General (22 de noviembre de 1940). Sus familiares F. Aguilar Montero, M. Montero Montero (sacerdote) y R. Jiménez Roldán editaron el libro “José Ruiz Montero. “Testigo de la fe”. Puente Genil 1914-1936” (CERSA, Madrid 1997, 366 páginas).

En verano de 1936 don José pasaba sus vacaciones con sus hermanas. A partir del 22 de julio comenzaron las luchas en Puente Genil. Al día siguiente Don José y sus dos hermanas Gregoria y Carmen rezaron el Rosario, y luego se trasladaron a casa de su tío Francisco. Éste le pidió que se quitara la sotana y vistiera de paisano para evitar a la familia algún mal. A pesar de las luchas, don José tuvo la entereza y el valor cristiano de hacer ese día la Visita al Santísimo en la Parroquia.

Conocidos los registros que se estaban realizando y ante el temor de sus familiares, el mismo día 23 él y Gregoria cambiaron otra vez de casa y acudieron a la de su tía María en el Barrio de Miragenil. Ese día, el mismo de su muerte, fue detenido a las 9 de la noche por un grupo de cinco milicianos marxistas, tras ser denunciado por un pariente.

Fue llevado a las afueras del pueblo, a la “Cuesta de Málaga”, junto a la “Casilla del Diablo”. Los milicianos no sabían si llevarlo ante el Comité Popular o liberarlo. Le dijeron que, si gritaba “Viva el comunismo”, no moriría. Él respondió que se negaba y sólo gritaría “Viva Cristo Rey”; le dispararon en un brazo, amenazándole con seguir haciéndolo si no gritaba lo que le decían. Empezó a rezar, perdonó a sus asesinos y gritó tres veces “Viva Cristo Rey”. Le alcanzaron más balas en brazos, pecho y vientre, falleciendo allí mismo.

Uno de los asesinos se sentó sobre su cadáver y sus compañeros cogieron ramas en un olivar cercano para quemarlo allí mismo; lo que quedó fue trasladado al Cementerio, y en su ataúd colocaron el cuerpo de Fray José Roig Llorca, OFM (también mártir), del Convento de Puente Genil, asesinado y quemado en el mismo lugar al día siguiente.

En la inauguración del curso 1937-1938 del Seminario de Sevilla, don José fue nombrado para recibir una beca de estudios. En el silencio reinante, el nuevo Arzobispo, el Cardenal Segura y Sáenz, afirmó solemne: “Él ya ha recogido en el cielo un premio mucho mejor”.

Sus restos, con autorización por Decreto de Mons. Martínez Fernández, fueron trasladados a una capilla de su Parroquia bautismal el 3 de octubre de 1998. Fue Beatificado junto con 126 compañeros mártires el 16 de octubre de 2021 en la Catedral de Córdoba.

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