La comunidad del seminario

La vida comunitaria es un instrumento ineludible en la formación de quienes deberán, en el futuro, ejercitar una verdadera paternidad espiritual.

D. Antonio Rodríguez Babío

Director Espiritual del Seminario

La brisa suave de Elías.

A menudo podemos encontrar mucha gente que intenta vivir su fe y su relación con el Señor de una manera bastante complicada, buscando a Dios en lo grandioso, en apariciones y manifestaciones más o menos espectaculares y multitudinarias. Se nos olvida, sin embargo, que el Señor quiere que todo sea mucho más sencillo y que, por tanto, Dios no se nos va a manifestar en lo extraordinario, si no en lo normal y cotidiano de todos los días, en las personas cercanas, en los gestos y detalles sencillos del día a día. Es lo que nos recuerda el conocido y elocuente pasaje de la vocación de Elías (1Re 19, 7-18): Dios no estaba en el huracán, en el terremoto ni en el fuego, estaba en la brisa suave en la que, como un susurro, el Todopoderoso se hizo presente.

Por eso tenemos que estar atentos para buscar a Dios y vivir nuestra fe en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana, en los pequeños detalles, y ser capaces de reconocerlo en las personas de nuestro entorno, en los sencillos y humildes, los que comparten su vida con nosotros.

Sólo así seremos capaces de encontrar a Dios y de escuchar su llamada. Nuestro mundo que tantas veces se nos aparece complejo y difícil necesita que los cristianos demos testimonio de nuestra fe de una manera sencilla y natural.

Y es que sólo desde lo cotidiano y lo sencillo podremos descubrir si el Señor nos llama a algo más grande y más hermoso. Porque como nos ha recordado el Papa Francisco recientemente, “Dios ama la pequeñez y le gusta hacer obras grandes a través de la pequeñez, como atestigua María”[1]. Pero para poder hacer esas obras grandes el Señor te necesita, quiere necesitar de ti, como necesitó a la Virgen precisamente por su pequeñez y humildad. Como Ella, también nosotros debemos ponernos en las manos del Señor para ser su presencia en medio de nuestro mundo, este mundo que con frecuencia aparece oscuro, dividido, triste y violento, vacío y desesperanzado. Frente a esta situación, Dios quiere suscitar hombres que estén dispuestos a transformar esta situación y llenar el mundo de luz, alegría, esperanza y amor, es decir, llenar el mundo de Dios.

Por ello, el Papa nos recuerda que “alzando la mirada a María, vemos que la pequeñez no es un problema, sino una respuesta”[2]. Es decir, la pequeñez y la sencillez son la respuesta de Dios a los problemas y dificultades del mundo, nuestro mundo que a menudo olvida a los pequeños y los sencillos, los que no cuentan, los que no tienen voz.

Y la pequeñez es la respuesta de Dios porque es precisamente lo que Él nos muestra y enseña con su Encarnación: Dios todopoderoso se hace un niño que nada puede, un niño pequeño, pobre, sencillo, y así se nos sigue haciendo hoy presente en nuestra vida, en los pequeños, pobres y sencillos. Y es también lo que nos muestra en la Eucaristía, en la que como nos dice el Papa reconocemos el estilo de lo pequeño: un trozo de pan, un poco de vino en los que, sin embargo, está todo, está su amor, su reconciliación, está Jesús mismo dándose por cada uno de nosotros, dándose por ti[3].

Y frente a este mundo sin esperanza y sin Dios, el Señor cuenta contigo para transformarlo y llenarlo de Él. Porque Dios no pone su esperanza en los importantes, sabios, perfectos y poderosos sino en los pequeños y sencillos[4], en las personas como tú, que intentan vivir su existencia y su relación con Dios y con los hermanos desde la humildad y la sencillez, la cercanía y la alegría.

Y no olvides que, como nos recuerda el Papa Francisco en su exhortación apostólica “Gaudete et exsultate”, cada uno de nosotros somos un mensaje, una palabra que Dios quiere comunicar al mundo con nuestra vida[5]. Por ello, la tarea fundamental de tu existencia es descubrir qué palabra, qué mensaje quiere dar al mundo Dios con tu vida.

María fue, y sigue siendo para todos nosotros, una palabra de alegría, de servicio, de esperanza y de amor al mundo. ¿Y tú?

“Ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible”[6].

No olvides que en reconocer cuál es esa palabra de Dios para el mundo que eres tú, está tu felicidad y el sentido de tu vida. Y piensa que quizás esa palabra, ese mensaje sea el del servicio, el amor y la entrega sin límites a Aquel que se entregó sin límites por ti y te amó hasta el extremo. Y recuerda que el Señor se encargará de hacerte saber esa palabra en el silencio, la oración y lo sencillo. Como le sucedió a Elías, como le pasó a María. Como te puede pasar a ti, si con confianza y esperanza escuchas el suave susurro del amor de Dios pasando por tu vida.

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[1] Discurso del Papa Francisco en el encuentro con los obispos, sacerdotes, misioneros, consagrados, consagradas y agentes pastorales, Catedral de San Pedro y San Pablo, Ulán Bator, 2 de septiembre de 2023.

[2] Idem.

[3] Cf. Homilía del Papa Francisco del 8 de septiembre de 2015.

[4] Cf. Tweet del Papa Francisco del 8 de septiembre de 2023.

[5] Cf. Papa Francisco, Gaudete et Exsultate, 24.

[6] Idem.