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Testimonio Pablo Bernal

“Ser sacerdote es tener una relación con Dios y con una Iglesia viva”

Pablo Bernal Colón, seminarista de 4º curso

Pablo Bernal es de Albaida del Aljarafe y fue tras una dura experiencia de accidente de coche – en el que pudo haber perdido la vida, pero milagrosamente salió ileso – donde sintió cómo la intervención de Dios le emplazaba a responder a un planteamiento mucho mayor. Ante este desafortunado evento llegó a plantearse una cuestión fundamental: “Si Dios me quería vivo era porque mi vida debía tener un verdadero sentido”.

Se preguntó cuál sería ese nuevo horizonte y se dio cuenta que probablemente Dios le pedía algo más que solo conseguir el trabajo de sus sueños o vivir centrado en sí mismo. Advierte que “aunque suene un poco dramático, nuestra vida puede acabar en cualquier momento, como la mía en el accidente. Eso me hizo querer vivir con más plenitud y más verdad, aprovechar esta nueva oportunidad viviendo entregado a los demás, porque intuía que en la entrega iba a tener más plenitud que donde yo la buscaba”.

Un segundo momento que des- encadenó la entrada de Pablo al Seminario Metropolitano de Sevilla llegó en julio de 2019 haciendo el Camino de Santiago de Compostela con la Pastoral Juvenil. “En una de las misas que celebramos, tuve un encuentro muy personal y muy fuerte con Dios, como nunca antes lo había experimentado. Me invadió un sentimiento de paz, gozo y alegría durante la consagración y la comunión del Cuerpo de Cristo, y pude sentir el amor tan grande de Dios dirigiéndose a mí. Fue como un flechazo que me dejó en shock, sin saber cómo responder durante un par de semanas”, recuerda.

Afirma que no se le quitaba del corazón ni de la cabeza esa experiencia y con el tiempo pudo experimentar que quería corresponder “a ese amor con su propio amor. Entendí que ser sacerdote no es dar misas y poco más, sino una relación con Dios y con una Iglesia viva. Con esta decisión me encontraba más feliz que nunca y por fin sentía una luz en mi camino”.

Tras su regreso del Camino de Santiago, Pablo sabía que algo había cambiado. Le comentó a su director espiritual la experiencia vivida. “Me quité mis prejuicios y dudas y le dije que sí a Dios, en un momento de oración personal. Ahí sentí paz de nuevo y mucha ilusión, supe que era lo que Dios quería de mí”, subraya. El día a día de Pablo era como el de cualquier joven de su edad. Estudió la carrera de Traducción e Interpretación en la Universidad Pablo de Olavide, trabajaba también en una academia de inglés, y cuando llegaba el fi n de semana salía con los amigos. Participaba en el Camino Neocatecumenal, en el Celestino Mutis de la UPO y también en las catequesis del Grupo Joven de su Parroquia. “Realidades distintas que siempre suman”.

Sobre su vida en el Seminario, Pablo admite que se siente muy contento, porque ve a Dios en los hermanos, en la oración y en muchos acontecimientos y personas por medio de los cuales Dios habla y anima a seguir adelante. “Lo que más me ha sorprendido es darme cuenta que Dios y la vocación son siempre mucho más de lo que piensas… vas profundizando y más te das cuenta de lo mucho que tienes por delante”, añade.

A los jóvenes que se están planteando el sacerdocio como una opción de vida, Pablo les invita: “Da el paso. No hay vocaciones mejores ni peores, todas son igualmente buenas y necesarias, pero si Dios quiere para ti el sacerdocio, ninguna otra opción de vida te va a hacer sentir tan pleno como esa, porque fuiste hecho y pensado para esa vida. No le digas que no al Señor, no te digas que no a ti mismo y a tu felicidad.”

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