La comunidad del seminario

La vida comunitaria es un instrumento ineludible en la formación de quienes deberán, en el futuro, ejercitar una verdadera paternidad espiritual.

D. Manuel Jiménez Carreira

Vicerrector del Seminario

Se nos presentan muchas ofertas para cuidar nuestro cuerpo: dietas, fármacos, gimnasios, tratamientos rejuvenecedores, cirugías estéticas, etc. Estamos muy preocupados por mostrar un cuerpo que sea atractivo, que se sitúe dentro de los cánones de belleza de nuestra sociedad. Pero el hombre no es solamente carne y huesos. De hecho, somos mucho más: nuestro pensamiento, nuestras emociones, nuestra capacidad para relacionarnos con los demás, de amar… Tenemos una dimensión espiritual, que va más allá de nuestra realidad material y que quizá no nos detengamos tanto a cuidar, pero que es imprescindible descubrir para vivir una existencia más plena.

Nuestra espiritualidad es la que nos permite trascender, ir más allá de nosotros mismos y descubrir que nuestra vida nos ha sido dada, que estamos en el mundo para algo, que buscamos el sentido, la felicidad. Para ello necesitamos poder confrontarnos con nuestra realidad y con alguien que nos conozca y que nos ayude a descubrir ese plan que tiene para nosotros Aquel que nos creó. Y también existen lugares, “gimnasios del espíritu”, que nos ayudan a cuidar esa dimensión vital de nuestra vida.

Evidentemente, no todos estamos llamados a ser consagrados o sacerdotes. Pero para aquellos jóvenes que han experimentado la llamada a seguir más de cerca los pasos de Cristo, el Seminario es un hogar para el cuidado del espíritu. Al igual que contamos con dietas, ejercicios y tratamientos para el cuerpo, el Seminario ofrece herramientas para profundizar en el conocimiento de uno mismo y del proyecto que Dios tiene para cada uno, y poder amoldar la propia vida a dicho proyecto. Entre ellas se encuentran la celebración de la liturgia y la oración personal y comunitaria, la formación, los encuentros en la dirección espiritual, la vida compartida con otros jóvenes que tienen las mismas inquietudes, etc.

Dichas herramientas hacen del Seminario un “gimnasio del espíritu” que tiene sus puertas abiertas a cualquier joven que tenga alguna inquietud vocacional y quiera descubrir de qué se trata. Para ello, se ofrece la posibilidad de un acompañamiento espiritual que ayude a discernir dicha llamada. Por eso no hay que tener miedo a llamar a la puerta del Seminario y a dejarse ayudar por quienes tienen la experiencia de haber recorrido ya esas etapas iniciales del camino vocacional.

Es cierto: no todos estamos llamados a ser consagrados o a ser sacerdotes. ¡Menos mal! Pero la presencia del Seminario en el corazón de la ciudad, en el corazón de la Iglesia en Sevilla, es una invitación para todos –y no solamente creyentes– a cuidar nuestro espíritu, a detenernos a buscar el sentido de nuestra vida, el motivo y la dirección de nuestra felicidad, a pedir la ayuda necesaria a quien nos la puede dar. No nos hemos dado la vida a nosotros mismos. Aquel que nos la ha regalado tiene un proyecto para cada uno de nosotros, y merece la pena descubrirlo acompañados; mas bien, merece la vida.

Manuel Jiménez Carreira. Vicerrector del Seminario.